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Explorando la piromanía: expertos de U. CES

Fotografía: cortesía Freepik

Redacción Salomé Conde Cárdenas

Escuchar la expresión “pirómano” puede resultar común para referirse a los incendiarios y a las personas que tienen habilidades para manejar el fuego, sin embargo la piromanía es algo más complejo, hace referencia a un trastorno psicológico que tiene efectos negativos en la vida diaria de quien lo padece afectando sus relaciones sociales.

El DSM-V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, define a la piromanía como un trastorno del control de los impulsos (TCI) relacionado a la atracción por el fuego y provocación de incendios. Según Andrea Cartagena Preciado, coordinadora de la Maestría en Psicología Jurídica y Forense de la Facultad de Psicología de la Universidad CES, este tipo de trastornos se caracterizan por presentar comportamientos asociados a acciones impulsivas, en este caso hace que al piromaníaco o pirómano alivie tensión o ansiedad por medio de la satisfacción psicológica y sensación de euforia que le genera el fuego.

Este trastorno es poco frecuente en la población, por lo que solo el 3,3 % de personas que provocan incendios podrían ser diagnosticados con esta condición según el DSM-V. Además, suele ser más común en hombres, principalmente en quienes poseen pocas habilidades sociales y problemas de aprendizaje, explica la coordinadora de la Maestría.

Dentro de sus síntomas más comunes se encuentran: provocación de incendios de forma deliberada e intencionada en más de una ocasión, tensión o excitación afectiva antes de hacerlo y gratificación al provocar incendios o al presenciar o participar en sus consecuencias.

También, aunque se desconoce la prevalencia, existe en el pirómano un ritual para planificar con antelación los incendios, añaden los expertos CES.

No es lo mismo un incendiario que un pirómano

Tal como lo indica Andrea Cartagena Preciado, los incendiarios se mueven por la tristeza o la rabia, mientras que los pirómanos por la excitación ante el fuego. Pese a que estos pueden actuar en el contexto de otra sintomatología como la tristeza o la ira, dificultades para afrontar el estrés, pensamientos suicidas y conflictos interpersonales, los motivos para iniciar incendios no están relacionados a estas emociones, sino a los comportamientos impulsivos.

“Hay fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y su contexto. Sienten placer, gratificación o alivio al provocar incendios o al ser partícipes de sus consecuencias”, señaló la coordinadora de la Maestría.

Cabe resaltar que la provocación de los incendios por parte del pirómano no está relacionada a ideologías sociopolíticas o actividades criminales, ni tampoco busca obtener beneficios económicos. Los incendiarios sí poseen motivaciones y además, son conscientes de los efectos negativos de los incendios que generan.

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