“#EnQuéEstamos

Marcela Vanegas Gómez lleva la nutrición a la UCI

Por: Néstor Rueda Rueda
comunicacionesces@ces.edu.co

Marcela Vanegas Gómez nunca había usado tanto el llamado “ojo clínico”, ese sexto sentido que es una unidad básica de medida previa a todos los análisis y cifras precisas que maneja la nutrición. Este el que se posa sobre un paciente y anticipa un posible peso, altura y quizá alguna enfermedad de base.

Marcela tiene 43 años, es coordinadora del servicio de nutrición en la Clínica CES de Medellín, donde trabaja hace 10 años. Es la mayor de un grupo de tres hijos de una familia del barrio Buenos Aires. Conserva a sus padres, dos hermanos, dos sobrinos y dos gatos que son soberanos en su casa cuando ella no está.

Soy alguien a la que le hace feliz casi todo y me río el 98% del día. Si hace 7 años me describiera diría que era muy cuadriculada, rígida; ahora, con la experiencia como profesora, me flexibilicé mucho y soy más tranquila, eso me lo enseñaron mis estudiantes, pero todo depende de la situación”, cuenta

Le gusta el color blanco, las películas de acción; las pastas; y las papas fritas son su pecado culposo. Su frase de cabecera para la comida (y quizá de la vida misma) es que “no se puede decir que algo no nos gusta si no lo hemos probado”. Por eso manifiesta, con conocimiento de causa, que no come huevos de tortuga.

Ella es muy alegre y espontánea, mi mamá le dice dizque ‘la loquita’, pero es muy disciplinada, muy independiente. Para nosotros siempre ha sido nuestro foco a seguir, aunque a veces sea cantaletosa. Le encanta viajar, compartir en la casa y yo digo que esa mujer se hace morir por su familia”, dice su hermano menor, Óscar Vanegas Gómez.

La nutricionista se graduó primero como auxiliar de enfermería del SENA, porque sabía que lo suyo estaba en el sector salud. Pero en los ojos de los médicos encontró algo que no la convenció del todo: a ella no le gustaba trasnochar.

El “periodismo” de la nutrición

Marcela prefirió la nutrición en lugar de la medicina, esa que la ha llevado a liderar la alimentación de los pacientes de COVID-19 que se encuentran en la Clínica CES. Ella, como los otros profesionales que intervienen en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), ha tenido que replantear su trabajo desde las limitaciones que se imponen para cuidarse del contagio.

Antes que la enfermedad llegara, las nutricionistas hablaban con los pacientes, los conocían por su voz y sus respuestas. Ahora tienen que mirarlos detrás de un vidrio que separa los cubículos de aislamiento en la UCI. Por eso sus preguntas se trasladaron: debe ser “reportera” para conseguir que todos los datos perfilen al paciente y sus necesidades.

Los pacientes están intubados con un dispositivo que les permite respirar y que se introduce por la boca y llega hasta la tráquea. Por eso no hay ni papa, ni plátano, ni carne, en el “plato” que prepara Marcela con la información que obtiene luego de evaluarlos. Los alimentos y sus nutrientes van resumidos en un líquido, por medio de una sonda que llega a la boca del estómago. 

Hay evidencia que demuestra que si un paciente en UCI está mal nutrido se puede morir, en el escenario menos favorable, o se va a demorar mucho más en quitarle el tubo que le ayuda a respirar. Nuestro aporte es hacer los ajustes en calorías, proteínas y nutrientes según las particularidades de cada persona que ingresa”, explica.

Al llegar a su trabajo a las ocho de la mañana, esta peli roja de cabello en rizos revisa en su consultorio las novedades: pacientes hospitalizados, los que fueron dados de alta, los que fallecieron. Luego revisa los exámenes de laboratorio, esos datos en que el paciente muestra quién es a nivel interno desde el colesterol, los triglicéridos, el azúcar en la sangre, y todas las proteínas que determinarán los ajustes que deben hacerse en el suplemento que va recibir por sonda. 

Las preguntas llegan después de estar en UCI. La nutricionista indaga por medicamentos, si hay diarrea o vómito, brillo del pelo, estado de la piel, forma del cuerpo o si hay alguna anormalidad en el abdomen. Toda la información que obtiene la lleva de regreso a su consultorio para preparar una fórmula que indique las cantidades de proteínas y calorías que deben ser suministradas a través de suplementos nutricionales.

La nutricionista conoce a sus entrevistados

Cuando un paciente se recupera de la enfermedad pasa de la UCI a hospitalización o a la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI). Ahí se presenta la nutricionista que a veces hace de ‘reportera’, les dice su nombre, su profesión y cuando escuchan que es nutricionista, solo nutricionista, automáticamente preguntan: “¿qué puedo comer?”. Ella los comprende, los interroga otra vez para sorprenderse con su voz, les explica que desde su estancia en UCI les suministra alimentación por una sonda, pero que apenas pueda le va a dar un montón de cosas que le gusten.

Yo siempre les pregunto si quieren un heladito, ellos no me creen, ‘¿usted me va a dar helado en el hospital?’, me dicen. Yo les respondo que sí, y cuando al otro día reciben el helado, se les nota la felicidad. Muchos me recuerdan años después como la nutricionista que les autorizó comer una paleta”, relata la profesional de la Clínica.

Sus “ojos clínicos” no dejarán de preguntar, de palpar anticipadamente la información que usa para su trabajo y esos pequeños detalles, más allá del cuerpo, que le producen el 98% de las risas diarias: como la esperanza de que esto termine, la compañía de su familia, el apoyo de sus colegas y estudiantes y, cómo no, los recuerdos de los pacientes que la reconocen como la nutricionista de la paleta y ahora la ‘nutri-periodista’ involuntaria contra la pandemia.

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3 comentarios

  1. ricardo montañez dice:

    de nuevo, felicitaciones que gran reportaje y que buen ojo para seleccionar a los protagonistas de la historia. otro diamante, otro personaje con mucho carisma, mucha personalidad y que le imprime a su labor todo el profesionalismo. gran mujer. muy destacada, de grandes virtudes y lo mejor de todo su sencillez

  2. Diego Buitrago dice:

    Emocionante conocer historias tan humanas, de personas tan maravillosas. Gran ejemplo de una mujer maravillosa , talentosa, brillante, que contagia la risa, la alegría y la pasión por su trabajo.

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